
La presidencia de una plaza de toros ejerce la máxima autoridad sobre el festejo, y el palco desde donde se imparten las órdenes es el punto focal de la liturgia taurina. El presidente, quien suele estar asistido por un asesor veterinario a la derecha y un asesor artístico a la izquierda, utiliza un código de cinco pañuelos de colores como un sofisticado sistema de comunicación visual, dictando las decisiones clave al público, a la cuadrilla y al diestro. A continuación, desglosamos el significado y el uso reglamentario de cada señal, tal como lo explica el presidente José María Costales
El pañuelo blanco es el más empleado y actúa como el regulador principal del festejo, abarcando desde el inicio hasta la concesión de premios:
Orden y Transición: Se utiliza para señalar el inicio de la corrida y para dictar los cambios de tercio—moviendo la lidia del capote a las varas, de las varas a las banderillas, y finalmente, a la muleta.
Premios y Trofeos: Confiere los máximos galardones al diestro, simbolizando la concesión de la oreja y de las dos orejas. El máximo honor es la distinción de las dos orejas y el rabo, lo que equivale a mostrar tres pañuelos blancos simultáneamente.
Avisos: Regula el tiempo límite para la faena de muleta y la suerte de matar. El pañuelo blanco señala cada uno de los tres avisos concedidos al matador. Tras el tercer aviso, la res debe ser devuelta a los corrales.
Tres colores específicos permiten a la presidencia reaccionar ante la bravura, la invalidez o la mansedumbre del astado, emitiendo un juicio sobre su aptitud para la lidia:
Pañuelo verde: este pañuelo ordena la devolución inmediata del toro a los corrales. Se utiliza cuando la res presenta una tara o invalidez, ya sea por un defecto morfológico, una enfermedad que la compromete, o daños en las astas que la hacen impropia para continuar en la plaza. El toro devuelto es automáticamente sustituido por el sobrero.
Pañuelo azul: el azul es un premio excepcional concedido a la bravura extraordinaria del animal. Indica que el toro o novillo merece la vuelta al ruedo post mortem, un honor que celebra su nobleza, fijeza y la manera en que ha embestido, constituyendo el máximo reconocimiento al ganadero en aquellos reglamentos que no permiten el indulto (como es habitual en plazas de tercera categoría).
Pañuelo rojo: este pañuelo es el castigo y se reserva para toros que exhiben una mansedumbre manifiesta, negándose a acudir al caballo en el tercio de varas. Al mostrar el rojo, el presidente indica que la res debe ser castigada con las banderillas negras, cuyo propósito es mermar la fiereza del toro para hacerlo más dócil.
Siempre se suelen colocar en el burladero más próximo de la lidia los dos lidiadores... por si tienen que salir a hacer un quite o auxiliar a su matador.
Federico Arnás
El pañuelo naranja es, sin lugar a dudas, la señal más emotiva y la más rara de ver.
Concede el indulto al toro, perdonándole la vida. Este honor se reserva para ejemplares que demuestran una bravura, nobleza y fijeza absolutamente excepcionales, resultando en una conjunción perfecta entre la lidia del torero y la calidad del animal. El indulto suele ser exclusivo de plazas de primera o segunda categoría, salvo excepciones en las normativas autonómicas.
El lenguaje de los pañuelos es el mecanismo de orden y juicio de la corrida. El blanco cronometra y premia; el verdeprotege la integridad del espectáculo; mientras que el azul y el naranja distinguen la excelencia de la bravura, y el rojoseñala el castigo necesario para la mansedumbre. Este código cromático es el hilo conductor de la liturgia, transformando decisiones reglamentarias en actos de autoridad claros y visuales.